¿Ratón, delfín, elefante o caballito de mar?

Eres más bonito que un atardecer. Más que esos en los que se mezcla toda una gama de colores azules y rosados, que se esconden entre las ramas de los árboles hasta llegar al naranja y finalmente al sol. También iluminas más que este, siendo luz y calor todos los días, sin que te llegue a tapar nunca la luna. Guías más que las estrellas en la noche a aquellos que andan perdidos, siendo brújula y faro para cualquiera que esté a la deriva. Y eres tranquilo como un mar en calma, tras tantas veces en tormenta, que en este estado de reposo sigo temiendo a la siguiente marea, haciendo que cada ola me de escalofríos.
Eres más bonito que la rosa más hermosa del jardín cuando está bañada por el rocío de la mañana; oliendo mejor que el resto de ellas, sin pétalos, ni polen, ni estambre, ni necesidad de que ninguna brisa te haga ir a otra parte. Además, eres apoyo y refuerzo cual roble de mis errores y en mis convicciones, aunque muchas veces estén en discordia, siendo a veces sombra y, a veces, luz entre las hojas. Y para mí, eres naturaleza, con su frescura y su sensación de renovación cada vez que la disfrutas.
Y además de todo esto, creo que eres incomparable. Creo que llevo este tiempo a tu lado buscando encontrarte en tantas cosas que me he dado cuenta de que no hay nada que te equipare. Porque cuando rozo tus labios, no sólo siento el puñetero zoológico golpeando cada una de mis paredes, queriendo salir; si no que siento éxtasis y libertad y aire fresco y hasta, en ocasiones, llego a sentir la eternidad de un segundo. Y cuando me abrazas no siento que esté en casa, si no que estoy en mi hogar, dónde alguien te enseña a soñar fuera de la cama y te impulsa a avanzar. Y cuando me coges de la mano me siento enorme, tan alta cómo para alcanzar la luna, y también pequeña, como si me perdiese en este laberinto si no te agarro. Y claro, que si alguna vez sentí que llegué a tu cumbre, jamás tuve que ponerme con los brazos en jarras, si no que me salió gritar y sonreír y llorar y saltar y tantos antónimos y sinónimos a la vez que el mundo entero se me hace utópico por un momento y todo lo que no seamos ni tú ni yo me parece una anomalía brutal.

Así que ya ves, toda explicación es inútil e ilógica, ya pueden construir siete maravillas más, que para mi la octava siempre serás tú.
Y no, ni las letras llegan a definirlo ni las palabras a expresarlo.


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