Valensitypostu

Creo que no demostramos suficiente lo que sentimos. Que los sentimientos se quedan dentro aparcados; que no nos fijamos en si siguen rondándonos por dentro. Que nos hace falta alguien que nos encienda y nos ilumine; esa luz que tienen unos solos pocos y que la mantengan menos todavía. La verdad, es que es triste cuando una llama se apaga. Es duro decirle adiós, y a veces da miedo de que pueda ser el último. Realmente, pienso que las personas que más merecen la pena no saben lo que valen. Creo que los luchadores tienen heridas que no se ven, y que el alma, entendida como incurable, tiene efectos que perduran. También opino que es más fácil quitarse la ropa que desnudar la mente, y que pocas veces ocurren ambas cosas al mismo tiempo. Si me preguntas, te diré que los días nunca dependen de uno mismo; y que las bicis esconden demasiadas historias tras el gemir de sus ruedas. Creo que la luna se refleja en el agua como el corazón en los ojos, y que jamás nos encontraremos a nosotros mismos si nunca dejamos de buscarnos.

Sinceramente, nunca se me dieron bien las despedidas.

Y con más sinceridad, afirmo que odio pasar por ellas.

En tiempos de calor y cambios percibo todo lo que dejo -y estoy dejando- atrás y siento miedo; me tiritan los nervios. La verdad es que esta humedad da otro sentido a calarse los huesos, pero estos días me han calado más adentro. Igual no volveré a ser la misma, sin ganas de pisarme el ánimo, la verdad es que no lo sé. Igual es que cada abrazo es distinto y que las palabras suenan diferente cuando te salen del pecho izquierdo.

Nunca el tabaco y la ginebra me dieron tanto en qué pensar.

Nunca volveré a sentir así la arena, y a morir de ganas de que alguien se queme conmigo.

Quién no dijo que esto fuera mejor que la historia, y a su vez, el cuento de hadas que relees tanto porque no se acaba.

Sin ser Julieta, sin ser Romeo; las calles de una ciudad me han parecido Verona.

Shakespeare envidiaría esta forma nueva, brutal e innata de sentir el amor.

De ser calle.

De un te quiero.

Porque trescientos cincuenta y cinco con un kilómetros no se hacen por cualquiera.

No dejes que te hagan ser quién no eres.