flashback;

Aún pienso en ti.

Las noches de frío, de insonmio, de reflexión... aún pienso en ti.

En los momentos felices en los que debería estar pensando en nada, pienso en ti.

Cuando me siento impotente, inútil, siento rabia o me echo a llorar; todavía, ahí, aún pienso en ti.

Con el mundo cayéndose y las mismas personas revoloteando y las nuevas asentándose; con el mareo del vértigo de empezar algo nuevo; con el silencio de quién siente miedo, aún pienso en ti.

Y pienso en que tenía contados los escalones del portal a tu puerta y de que no he vuelto a seguir el mismo camino para no encontrarte; pienso en ti cuando subo por la acera y pienso en otras veces que la subí con motivos diferentes; pienso en ti y pienso en los golpes y en las llamadas; en los mensajes y en las notas a pie de rosa.

Y aún pienso en ti.

Y recuerdo las mentiras y los engaños y me siento insegura e infeliz, porque me hiciste ser así un día y entonces pienso en que yo creía ser feliz contigo cuando sólo podía serlo sin ti; y aún así, de vez en cuando, pienso en ti.

Y a veces me pregunto si no fui algo más para ti, algo más de lo que creo, de lo que cuentan. Un soplo de aire fresco, tal vez, en una tormenta que nunca encuentra la calma. Si fui un juego o si fui amor; si malgasté sábanas contigo o si fui la tirita que curó tus heridas; que te enseñó a cicatrizar. Y a veces, pienso en ti.

Pero entonces te busco y te encuentro, leo tus mentiras y lo que sufrí y siento el asco que un día alcancé, y me dan ganas de decirte que lo nuestro era humo de cigarro en un día de viento y que la colilla se la llevó hace meses el barrendero; y entonces me viene el olor a vodka del malo y veo tu mano por encima y oigo unos pasos corriendo por el césped y noto la respiración entre-cortada y escucho los gritos y te veo ahí, de pie, alzando la palma; te veo y pienso en ti.

Aún, todavía, pienso en ti.

Pero créeme... preferirías que no lo hiciese.