Tu reflejo en la cara oscura de la luna;

Tengo aún
el vago recuerdo
de haberte echado de menos. 
Recuerdo buscar tu mirada, 
tu presencia,
tu olor por la calle;
pero es triste 
-y a la vez reconfortante-
pensar que lo único
de lo que me acuerdo
era de lo bonito que era
que estuvieras,
pero no de lo que sentía al verte.

Es difícil darle dos besos a alguien
a quién solías comerle la boca.
Y viceversa.
Hay momentos
que no consigo sacarme de la cabeza,
al igual que palabras
se me quedadon clavadas en el alma.
Tengo camas,
paredes,
fotos,
luchas de sábanas,
bajadas de cuesta,
subidas de temperatura
y un montón de cosas más
hechas sólo de [...]

Y volaron
sin aire,
ahogados los lamentos;
por un mar de ternura.
Y sin ton ni son,
sin compás ni rimas
saltaron de charca
en chasco
y siguieron contando.
Las historias
cuán menos viejas
que repetidas
tamborileaban los oídos
al ritmo de gemidos,
susurros, gritos, canciones,
melodías en formato caricia
y metáforas más altas
que el Empire State.

Y a veces cansa tanto
dejar de escribirme
para escribir a otros
que
no saben escribirse.
Porque hay veces
que te ves en perspectiva
y sabes que podrías
buscar cien musas más
pero que nadie se conoce mejor
que uno a sí mismo
un domingo por la tarde,
y que nadie muestra más
su peor lado
a no ser que sea lunes por la mañana.

Madrugones
con resaca de tequila
y sexo mañanero
que desquicie al desayuno.
Un cigarro
que se consuma en caladas
breves
y en humaredas largas.
Un baile,
un baile de dos
lento y suave;
sin penas
ni alegrías.
Un baile,
un baile que simplemente consista
en mover los pies
sin pisar a nadie.

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