Sin necesidad de marcas;

Y que eso de que somos lo que vivimos,
que los recuerdos perduran
y nosotros sólo seguimos hacía delante;
y me preguntaron después de todo aquello
sobre la vida y sus porqués,
y con cara de poker
y una sonrisa sin fingir
reconocí que el tiempo pasa
y nosotros somos meras agujas
que pasan con él.
Reconocí que en la vida
hay mucho más
que fotos viejas y domingos depresivos,
que la vida es algo más grande
que un montón de preguntas
sin respuesta;
que la vida es
la tarde de cine con una botella escondida,
o ese rato en los bancos cuando es de noche
y te fumas hasta el césped,
que es una canción repetida
en modo aleatorio
y un respiro de aire fresco
en mitad del humo de ciudad.
Que la vida es aquello que se escapa
y cuya llama nunca se apaga;
les dije que para aprender a vivir
no existe un manual de instrucciones,
pero sí muchos fallos
que nos sirven de lecciones.
Que todo es útil
y que lo contraproducente
es una cualidad más
-una bonita cualidad-
que tenemos sólo ciertas personas.
Y eso de que me preguntaron
que después qué
y yo me quedé pensando
que qué importa el antes
y el anterior
si tenemos el ahora en nuestras manos
durante un escaso segundo.
Y preguntaron que después qué
y yo sólo pude reírme
de aquello que alguna vez me hizo llorar;
y mirando las luces
-sin rascacielos ni luciérnagas-
les invité a soñar
sin cerrar los ojos,
sin cerrar la mente;
y les propuse esa cuestión
que ninguno se planteaba
-¿Y ahora qué?-
¿Por qué tanto ayer
y exceso de mañana,
si nos tenemos aquí
hoy?
¿A cuento de qué
desear viajes
si hacéis con miedo la maleta?
Por que hay quién se queja de calor
y luego usan paraguas para resguardarse
de la lluvia.

Y empezó a llover
y nosotros empezamos a bailar;
y algunos sin son,
otros sin compás,
movieron cada uno de sus huesos
y empezaron a vivir.
¿Qué importa
que luego estés mojado,
o que tengas que secar la ropa?
Si hoy en día
aquí no nos matan los resfriados.
Y planteé que igual
al día siguiente
unos podrían arrepentirse
y otros no,
pero los que más se comerían la cabeza
sería aquellos que se habrían dormido
pensando
cuál es la sensación de mojarse
mientras chillas,
gritas,
y cambias la voz de formato susurro
a formato estridente
sin dar explicaciones a nadie.
Al final,
al principio,
incluso en este instante
los que más se abruman
son los que nunca han dado un paso
al vacío
y se han dejado caer.
En este momento
yo puedo afirmar
que mi mayor error
fue tenerle miedo al mundo
y no haberlo mandado a la mierda antes
para disfrutar cómo lo hago ahora.
Puedo afirmar
que no me retracto de lo dicho
ni hecho;
que he aprendido a evolucionar
sin dejar pasar los momentos,
que he aprendido a luchar
hasta arderme las venas
y quemarme las ganas por dentro.
Que no somos tabaco,
somos jóvenes
y eso es algo
que no debería consumirse nunca.

Comentarios

Entradas populares