Nada más lejos de la realidad, nada más lejos, de lo socialmente correcto.

El humo sigue saliendo del cenicero.
A veces, la gran mayoría, me quedaba mirando como se elevaba y era magia pensar que al final todo acaba volando; que no sólo era el tiempo lo que teníamos que aprovechar. Según pasaba el rato, las risas, la cerveza y el buen ambiente me sorprendía cuánto efecto hacen dos jarras encima de un cuerpo en frío -y disfrutaba cuando entraban en caliente- mientras las compartes en buena compañía. Y entre ojos y miradas íbamos recordando, en aquel bonito sofá, cómo habían pasado los años y aquello... Aquello que llamábamos felicidad, que ha pasado a mejor vida porque la nueva es algo superior, mejor que cualquier ralla del rollo de siempre. Y recuerdo cómo soltábamos carcajadas y en mitad de aquellos cojines le echábamos cojones al asunto, hablando de la vida y sus matices, de grandes cosas y de deseos entrepiernas mientras yo leía entre líneas.
Y es que los mejores momentos son los que al final merece la pena plantear, porque hay días hechos para recordar y otros tantos para ser recordados, y porque no recuerdo que ninguna gran historia comience desde un punto de partida inflexivo; pero me conozco más de una que empezaron en la cama y acabaron entre copas... y vicerversa... y mezcladas. Supongo que lo que queremos alcanzar es aquello que pensamos sin consciencia, la sonrisa en la esquina de Sol y acabar hasta arriba de ganas, y tener la cara entera de helado y la espalda tronchada de la hora.

Prométeme, prométeme que no buscarás una cura ni un remedio a esta enfermedad que llaman locura y que yo considero forma de vivir. Prométeme, con la mano en el lado izquierdo, que te querrás siempre y que no sólo sea tu reflejo en el espejo el que se guste de verte, sino que te conocieras cuando tenías siete años y decidieses que ibas a ser feliz porque las metas nunca son inalcanzables. Prométeme, sin titubear ni esperar a que llegue la duda a tu cabeza, que dejarás el paraguas cuando veas llover y que empezarás a bailar bajo la lluvia; que nunca dejarás de ver lo bonito del oscuro y que agarrarás los clavos ardiendo; que lucharás por lo que te digas y no por lo que te cuenten, que a palabras necias oídos sordos y que los mordiscos serán sólo para juegos; prométeme que la vida es bella y que buscarás el enfoque. Busca entre besos abrazos, y disfruta de los excesos sin pararte a los fracasos; si te sientes perdido no te pares, yo te encuentro.
Total, no estamos ni a mitad de camino, nos queda mucho por conocer y...
Y.

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