Puede que sea dejar de esperar. Sólo eso.

Así que... Simplemente eso pasa.
Nos vendieron el amor de tal forma que todos lo anhelamos, incluso cuando lo tenemos nada es suficiente y nos sabe a poco porque la realidad es que ansiamos enamorarnos, lo queremos con tantas ganas que cuando lo conseguimos nos aferramos a ello como a clavo ardiendo y nos quemamos en nuestras propias cenizas; porque es algo tan placentero mientras fluye que la felicidad viene sola. Y a veces dura y nos hace una vida, un sólo amor y para siempre, y otras simplemente se esfuma... Y te destroza.
Supongo que ese es el precio a pagar por haber sentido esa cantidad de felicidad correr por tus venas, es la balanza que equilibra la cantidad de suerte que tienes y todo lo que el karma tenga que pagarte. Es el riesgo que corremos cuando nos desnudamos -y no hablo simplemente de quitarnos la ropa- delante de otra persona. Les otorgamos el poder de elevarnos y hundirnos, porque confiamos en que no hagan lo segundo, porque confiamos en la gente a la que queremos porque sabemos querer a la gente en la que confiamos. El amor es caos. Tiene tantas metáforas, alternativas, salidas, idas y venidas que da igual cuántas veces se escriba sobre él, nunca serán suficientes. Y no importa cuantos poetas lo rimen con los siglos ni cuantas pinturas reflejen lo que las palabras no alcanzan; no hay esculturas lo suficientemente fuertes ni canciones que abastezcan todo lo que es el amor.
No creo que sea algo que se pueda oler, ver, tocar ni saborear. Creo que es algo que sólo puedes sentir, y créeme, lo sientes tan adentro que a veces tienes la sensación de que va a explotar en algún momento y temes que, simplemente como llegó, se esfume en algún momento.
Igual no soy la indicada para hablar de amor. Al menos, de esta clase de amor. Tantas veces dije te quiero para ahora, poder saber con certeza, que sólo quise una vez.
E igual es por eso que no consigo dejarme llevar del todo.
Porque sólo me dejé llevar contigo.

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