Por creerte dos veces las mismas mentiras.

Y hostia que las palabras se las lleva el viento. Y hostia de que nadie apueste por ti, ni siquiera quién te esperabas. Y hostia que no vales nada. Y así, intermitentemente. Al menos Madrid va con mi tono, y el negro que toca Jazz en la esquina hoy no me ha fallado. Y todo hostias, cómo hasta hace poco. A la vuelta a lo de siempre. A llorar por las noches, a cada rato que tienes sin demasiada gente. Vuelta a los temblores, y a no sentir nada más que asco, y dolor. Mucho. Y supongo que ese es el problema de tener tan aprendido cómo querer al resto, pero no tener ni una ligera idea de quererse a uno mismo. Él se ha ido, cómo tantos; en otro año de mierda porque todo es capaz de romper la porcelana. Y ni todos los avisos del camino fueron suficientes para echarte atrás, pero has creído que sabías luchar y ni siquiera eso; ni siquiera él quiere luchar por ti, ni siquiera tú quieres luchar por ti. Ingenúo es que creas que alguien quiere, siempre rompiendo todo, siempre rompiéndote. Y vuelta a lo de siempre. Vuelta a estar rota, triste, enferma, apagada; vuelta a la recaída en peores condiciones, vuelta a que te mire el cuchillo con la cara de aquello que sólo tiene la cura que tú quieres. Vuelta, y comienzos, a que las cicatrices salgan hacia fuera y empiecen a brotar, y dejen de ser internas y pasen a ser un poco más visibles. Vuelta a todo, a sentirte sola, a que tu autoestima ande por debajo del suelo y tus fuerzas sean nulas; tus ánimos rozando las pisadas y el cuerpo destrozado, por no llevar la caja de fragil diariamente ahora ya no sabes andar sola. ¿Y ahora qué? ¿Volverá, o ya se ha ido? ¿Ahora quién te aguantará los días malos y los buenos, las malas caras y tu poco aguante? ¿Quién te va a cuidar, si la voz aparece cada vez que te miras? Por una vez quiero dejarlo todo, y quiero dejarlo ya.

Comentarios

Entradas populares