Supe que te iba a necesitar antes de saber dónde estabas.

Y vuelta a la recaída. Y a las noches llorando. Y a las semanas de mierda. Vuelta al espejo que te mira con desánimo, vuelta a miradas vacías, risas forzadas, llantos fáciles y a toda la mierda de siempre.
Siempre. Suena tan mal y tan bien a la vez. Siempre. Como una falta de promesas cumplidas, como tantas bocas que parece que piden a gritos una buena patada.  Siempre. Hasta hace daño. Odio los siempre, los para siempre esos que luego no se cumplen. Rota, otra vez más. Como siempre sigo siendo nada, medio vacía, medio rota, medio yo. Siempre con los medios, las mitades, Madrid gris y frío reclamando abrazos, esperando con ganas las fiestas, las mantas, las películas en el sofá, los regalos con sentimiento, la cabalgata y la vuelta a todo, que es la vuelta de nada. Madrid mirándome, tan triste que me recuerda a cuando alguien me mira por dentro. Madrid tan triste que de une a mi estado de ánimo, sigue cada nota de las canciones de mis auriculares, canta melodías para que sólo yo sepa cuando llora. Recaída, o así lo llaman. Igual es que de verdad no tengo cura. Igual es que cualquiera puede curarme. Igual es que mi cura sea mi enfermedad, mi locura es mi cordura, y lo que me mantiene hoy de pie será lo que me tirará mañana. No hay problema, estoy acostumbrada a llorar por las noches, todo es cuestión de aguantar y pensar que vendrán tiempos mejores.

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