Soy dueño de nada y sin embargo lo tengo todo.

Veintitrés los cromosomas que nos pasan, veintitrés años vivieron Sherlock Holmes y el Doctor Watson en el 221B de Baker Street, veintitrés discos se encuentran en la columna humana, veintitrés segundos tarda la sangre en recorrer el cuerpo humano, veintitrés grados y medio es la inclinación del eje terrestre, en un bonito día veintitrés nacieron Shakespeare y sus obras, muriendo otro veintitrés a sus preciados cuarenta y seis. Veintitrés de Septiembre cada año nos saluda el otoño, veintitrés grabaciones tuvieron que hacer los Beatles para cubrir la cara A de su primer álbum, veintitrés veces apuñalaron a Julio César, veintitrés de Diciembre de hace un año el mundo explotó. O igual no. Igual solo exploté yo. Toda mi vida me dijeron que los días veintitrés solo pasan cosas buenas. Bien, bienvenidos a un bonito veintitrés. Bienvenidos a leer, como nunca, como siempre, otro pedacito de mi. De él. Personas que aparecen de golpe y porrazo y te cambian, sin esperar a que te habitúes. Se proponen lo que quieren y tú a veces simplemente te dejas llevar, y esque qué bonito es crecer al lado de ciertas personas. Este chico... Llamémosle él. Él tiene miedo, de su pasado, o de que yo sepa su pasado. Él es el otro yo que nunca tuve, con un noventa y cinco por ciento de semejanza, y ese cinco que me supera en fortaleza mental. Él, que su color favorito es el naranja y su número es el veintitrés. Él, que te hace reír hasta que te secas y no puedes llorar ni de risa. Él, de verdad, él es la perfección hasta arriba de imperfecciones. Él te cuida, si estás mal. Él se preocupa si te ve, porque sus ojos a veces alcanzan a entender que las sonrisas, si no llegan a las miradas, son forzadas. Él, que me abraza mientras me duermo viendo Castle, en el sofá rojo mientras la manta quita las dudas del frío. Él, él que siempre me trata igual. Él necesita cariño, necesita que alguien que le quiera por lo que es y no por lo que aparenta. Él es grande, tan grande que ni mis abrazos 'achuchables' me bastan para demostrarle cuán grande es por dentro, por lo que piensa, por lo que es. Él no entiende que no me importa su apariencia, o sus cosas, no me importan cuales sean sus amigos o como sean estos. Él me importa. Le quiero a él. Mi elección es luchar por el y su risa, por que su sonrisa llegue hasta mis ojos, porque sepa que me tiene, que las gracias me sobran y me faltan los veintitreses de Junio diarios para demostrarle que sin él, yo no.


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