Donante de felicidad.

Pensar
que cualquier otro día
te volveré a encontrar;
y no confundiré tus ojos
ni me asustaré al encontrar tu chaqueta
por la acera
mirándome con su risa vacilona.

Y aún me imagino
que Madrid puede volver a ser nuestra
y esos bancos de Plaza España
contarán tus besos,
no con ella
ni con otras,
sino que seguirán siendo testigos de nuestros recuerdos.

Admirar
tus vistas a cada hora,
tu espalda a cada noche,
tus besos a cada tarde
siendo merienda de mi mirada
y rebelión entre mis piernas.

Seguiré
contando estrellas
cómo tú contabas mis pecas,
cómo yo contaba la distancia de tu cuello
a tu boca,
que se alargaba
de tu boca
a tu cuello.

Entiende
que no te olvide.
Que te regalé
aquello que regalas una vez en la vida,
que por tí
habría tirado
el mundo lejos
-y mis mierdas fuera-
tú que sabes lo que me cuesta deshacerme de todo,
y deshacerme de ti.

Figura
que mis paredes todavía susurran
cómo te agarrabas al cabestrillo de madera,
y mi cama de princesa
-Que irónico suena, ¿Verdad?-
me pregunta cuándo volverás
para arrancar el dosel de una patada.

Sintiéndolo,
y mucho,
mis palabras se apagan
cómo amansa la luz del alba,
cómo el sol abandona
y hasta tus comas escritas se clavan.

Perdóname,
no supe entender,
ni querer, ni querer queriendo.
Te callé,
demasiadas veces
y ahora mi almohada resiente
y cada noche se arrepiente,
de que cuándo quise
no quise querer,
y hoy sin quererte querer
aún te quiero.

-Casi nunca pasa nada;
y si pasa, ¿Qué importa?;
y si importa, ¿Qué pasa?'

Comentarios

Entradas populares