Recuerdo un día en el que tu boca fue mi propiedad.

Eternamente quise enredarme entre tus manos y escribir poemas hasta en la punta de tus dedos, que la poesía es solo para aquellos que mucho sienten y todo les falta, pero siempre fui de suspirar por los balcones y ahora... Ahora ya no suspiro. Algo hizo 'click' dentro de mi y el muro se ha formado fuerte. Si estás dentro que suerte tienes, ya tienes el poder de hacerme daño. Si no estás... Si no estás ya puedes marcharte, ya hace un tiempo que tengo la sensación de que no me importa hacer daño; que lo más fuerte que he sentido en algún momento ya no alcanza ni a la tristeza -yo que siempre fui de las que se le partía el 'puto' alma en dos- sino el miedo a perder a alguien, aunque sé que una vez alguien se va los huecos se llenan de tiempo y de noches de insomnio. Soy de las que tiene 'todo' y en el fondo anda más vacía que el pozo de Alicia en el país de las Maravillas, donde nunca sabes realmente lo que pasa.
Dime que pasa cuándo consigues lo que quieres, cuándo tienes lo que quieres pero no quieres lo que tienes. Dime cuántas veces has llegado a encontrarle sentido a esa frase, cuántas veces quisiste que alguien hundiese a quién te hunde cuándo tú simplemente podrías hundirte si tocan a quién tú quieres. Dime en qué momento exacto puedes tomar un respiro y dejar de ser fuerte, no mantener encima todo el esfuerzo y romper todos los espejos, uno a uno, hasta encontrar el camino de vuelta a casa. Dime el número exacto de veces que buscaste inspiración por tus los pasillos, cuándo hasta la más mínima sombra te sacaba una sonrisa que quitaba alientos. Que cada día estoy más segura que no hay peor sentimiento que echar de menos, que no hay nada peor que sentirte vacío y partido en dos. Todos conocemos la sensación de sentir caer, a veces, en ciertos momentos. La sensación de desvanecer, o de querer hacerlo. Que yo cierro los ojos muy fuerte, como me enseñó para verle bien, pero la imagen ya no está, se ha borrado. Que no hay nada peor que recordar un momento feliz y darte cuenta de que ya lo has perdido y que no puedes volver atrás, que ni siquiera las fotos son sustento suficiente para controlarte. Ni trenes, ni buses, ni barcos, ni aviones; no hubo coches que presenciasen el latir más fuerte, no tuve fuerzas, pero si orgullo. Callarte un te quiero y no poder decirlo más es como un susurro en la terminal cuatro de Barajas, no lo olvidas fácilmente. Seguir esperando... ¿A quién? ¿A qué? En algún momento he debido perder la cuenta de las veces que me he dormido pensando que todo iba a volver, y ahora esas lágrimas ya no echan más carreras por mi cara. 'La niña de la sonrisa triste' solías llamarme alguna tarde, 'la niña rota' te contestaba yo. Pues mírame, vuelvo a ser esa que se esconde por las esquinas por si aparece alguien que la atraviese la mirada, alguien como tú. Fíjate que vuelvo a ser la que necesita una manta hasta en verano y por las noches no saca el pie fuera de la cama, por si los monstruos salen del armario sin querer evitarlo. Por ti habría escrito más de doce mil poemas... Y ahora la poesía me da de lleno en la cara, no soy capaz de levantarla.
Me dijeron que por mis venas correría tinta y no sangre de tantas veces que te grabé a fuego en mi brazo, pero lo único que corre ahora es miedo. Hazme un último favor, ¿Podrías volver?

Comentarios

Entradas populares