Segundo primer gran amor.

Contado ya el primero, el segundo anda por la misma temporada. Este fue muchísimo más corto; pero en mi opinión también más bonito, por el simple hecho de que este es el típico cuento de hadas que todas queremos tener y la verdad, una vez lo consigues, el resto ya no los ves igual. Para empezar a contaros me remonto otra vez dos años atrás (sí, dos mil once fue un gran año) y me pongo en situación.
Para que entendáis, yo llevo saliendo fuera del país al menos un mes al año desde hace ya seis años, y sin ese mes de relax en el extranjero yo no soportaría los once restantes. Cuatro de estos seis años fui a Irlanda, los tres primeros años al internado de Rathdown y el último a una familia en el pueblo de Naas. A lo largo de estos tres primeros años conocí a gente importante para mi, como fueron unas cordobesas con las que aún mantengo la relación (igual no como antes, pero ahí las tengo presentes), dos sevillanos (Edu y Borja), Ines la navarra, los hermanos catalanes (Xavi y Albert) y Diego, aunque a él le conocía de antes, nuestra amistad se creó en el TV room del internado irlandés. Hay muchas personas más que conocí y que me cayeron muy bien, tanto de Pamplona como de Cataluña, como de Madrid como de Galicia, pero los que más hueco se hicieron son estos. Si nunca has ido a un campamento de verano te recomiendo que dejes de leer ya, porque estas cosas solo se entienden si las has sentido bajo tu propia piel. Si has sentido la emoción del primer día, de conocer a tus compañeros de habitación, de miraros todos en el desayuno, de abrazar a viejos conocidos si ya has ido más veces o si juntarte con algún otro novato si es tu primera año. Los campamentos de verano son sitios especiales dónde la gente cambia y es diferente, todo es mucho más fácil, más sencillo, todos más simpáticos y las amistades, si las cuidas, terminan siendo las más fuertes. Son sitios en los que en un día te pasan cosas que de habitual te pueden pasar en un mes, y pasa el campamento y el último día se te cae el mundo a los pies porque sabes que, fuera de allí, todo es mucho más complicado.
¿Porqué contar esto? Bueno, solo para que entendáis un poco mi posición y razonéis, lo cuál no quita que hasta yo piense que cometí muchos errores ese mes, pero bueno, supongo que nadie es perfecto.
Centrémonos primero en Junio del año dos mil once. Si lo recordáis de la historia de Carlos, ese fue uno de los tres meses de mi infierno personal. Tenía a mi amigo Alberto, que me había estado apoyando más; pero, a distancia, estaba mi amigo Edu. Para explicaros mi relación con Edu me basta decir que no me merezco lo bien que se portó ese mes, y decir que si no hubiésemos pasado tanto, tanto bueno cómo malo, nuestra relación ya no seguiría en pie. Edu es el sevillano que he mencionado antes, le conozco desde Julio de dos mil nueve (ya suena casi a viejo) y la verdad, no pensé que acabaríamos siendo tan amigos. Por Edu he dado la cara mil veces, y la daría infinitas de cientas de millones más, por lo que le debo y por lo raro que fue todo. ¿Porqué os hablo de Edu? Bien, va a sonar egoísta, pero tiene que ver con la historia, y es algo de lo que también necesito desahogarme.
Lo que decía, Edu me apoyó tanto que hubo una especie de traslados de sentimientos, y el cariño hacía Carlos se fue desplazando a Edu poco a poco, de esa época que se usaba Tuenti tenemos trillones de mensajes, llamadas casi cada dos días y, sobre todo, muchas ganas de volver a vernos. Recuerdo mis nervios en el aeropuerto, y cuándo cogimos el avión dirección a Irlanda. Recuerdo el bus, que se me hizo interminable, y llegar dónde nuestras familias nos iban a buscar. En esas horas yo ya había roto mi mochila, llevaba pantalones cortos y sudadera mientras llovía el diluvio del arca de Noé y eran algo así como las tres de la mañana, por lo que nadie había dormido nada y nos encontrábamos entre el estado vegetativo y la hiperactividad. Bajé del bus, estábamos en lo que más adelante sería el patio del 'colegio', aunque al bajar del bus no pensé en lo que significaría ese sitio más adelante, solo quería llegar a casa y meterme en la camita calentita y seca; pero entonces vi a Edu. Vino, me abrazó, nos fundimos en un abrazo bajo la lluvia. Le susurré cuánto le había echado de menos, y me abrazó más fuerte. Así estuvimos unos minutos, hasta que los demás encontraron a Edu y, por supuesto, todos querían su mini reencuentro con Edu, por lo que le dejé libertad mientras iba a buscar mi maleta. Vino a ayudarme, me dio un beso en la mejilla y se fue, prometiéndome vernos al día siguiente. Mi cabeza en ese momento daba vueltas, supongo que por el cansancio, y Cris y yo conocimos a un chico de Zaragoza llamado Juan, ya que nuestras madres (la de Juan y la nuestra) no parecía que se acordasen de que llegábamos ese día los extranjeros. Finalmente apareció nuestra madre, que era una rubia con pinta de simpática, y nos llevó a casa. El primer viaje a un sitio siempre te parece larguísimo y realmente complicado, y si ya es a las tres de la mañana pf mejor ni os lo digo. Despertamos la mañana siguiente en una cama de matrimonio ya que a Cris y a mi nos daba bastante miedo la casa y nos negamos a dormir separadas, y a la madre le pareció bien. Fuimos al colegio y fue momento de reencuetros y de nuevas sensaciones, volver a ver a las cordobesas fue genial y ver a Edu fue buah, indescriptible, el único cambio era que estaba muchísimo más delgado y tenía la cara chupada, pero seguía siendo mi Edu de siempre. Me cambié de grupo de monitores para pasar más tiempo con Edu y acabé con Lau, Irene, Anabos, Chueca y Edu en el mismo grupo, más gente no demasiado importante y Mújica, aunque en ese momento yo ni le conocía. Nuestra monitoria se llamaba Prudence y era del sur, con acento cerrado y bastante maja, no fue tampoco ni bien ni mal. Era viernes, y pasé todo el día con Edu. Al llegar a casa cenamos a las seis, ya que en Irlanda tienen esos horarios y obligué a Cris a andar durante cuarenta y cinco minutos de ida y cuarenta y cinco minutos de vuelta simplemente para ver a Edu media hora; el estómago era una guerra de mariposas y me moría de ganas de verle. Fuimos a Morell, un parque dónde quedábamos todos y ahí estuve un rato con un amigo (casi hermano a veces, otras a muerte) que se llama Terrero y conocí a un montón de gente, entre ellos a Mújica. Recuerdo que pensé que era un imbécil, me despedí de Terrero y me fui ha hablar con Edu, que me dijo que quería que intentásemos tener algo y yo, obviamente, acepté. Esa misma noche; Pablo, amigo mío y compañero de casa en Naas con Edu, me envío un sms diciéndo 'Buenas noches María, ¿O debería decir novia de Edu? Jajajaja ¡Mañana nos vemos!' y sé que suena a estúpido, pero leí ese mensaje y mi cabeza hizo instantáneamente 'NONONONONONONO MARÍA NO' y esas mariposas desaparecieron, y mi mundo tembló. Quería a Edu, pero no de esa manera. Llegó el día siguiente, que era sábado. Teníamos excursión, y estuve huyendo de Edu todo el día, y esa misma tarde fui yo sola a Morell ha hablar con él, a intentar explicárselo aunque ni yo lo entendía, por lo que tampoco me esperaba que lo entendiese él. El domingo fue deprimente, pero quedamos con los vecinos, que se llamaban Pablo (que más tarde fue mi veintidós, mi medio limón y una de mis principales razones por las que tengo el blog) y Kike; dos segovianos con los que aún hablamos de vez en cuándo, que la verdad nos alegraron bastante el día que en un principio pintaba muy aburrido. Llegó el lunes, y la incapacidad de Edu y mía de estar juntos fue tal que me cambié de sitio, y me senté lo más alejado posible, que resultó ser al lado de mi amigo Chueca, al cuál conocía desde hacía cuatro años en ese momento, y empezamos ha hablar hasta que alguien nos interrumpió diciéndome en la espalda 'Disculpa, ¿Está ocupado este asiento?' y yo simplemente me limité a negar con la cabeza sin ni siquiera darme la vuelta, y al ver que esa voz no se sentaba y parecía que esperaba algo más me giré y ahí estaba Mújica, con sus ojos azules y su pelo rubio, mirándome, y repitió la pregunta 'Disculpa, ¿Está ocupado o no?', le volví a negar con la cabeza, aparté mis cosas dejándole hueco en la mesa y pensé 'Mierda, no podía ser otro, este niño es el gilipollas de Morell'. Me giré hacía él y me sonrío, y yo le devolví a desgana la sonrisa y proseguí mi conversación con Chueca hasta que Mújica volvió a interrumpir 'Oye, tú eres la chica que estaba en Morell con Terrero, ¿No?' me giré hacía él y asentí 'Mújica, ¿No?' le dije, y asintió 'Sí, y tú... ¿María?' me reí 'Sí, María, encantada' y empezamos ha hablar, no era tan idiota cómo yo pensaba. A la media hora Prudence interrumpió el supuesto clima de silencio y estudio de la hora de estudio en la que estabamos y nos dijo que teníamos que apuntarnos a dos deportes por semana, el primero el que queríamos hacer y el segundo por si no quedaba hueco en el primero; y que solo podíamos ir en grupos de cuatro. Edu, Irene y yo decidimos ir a los mismos, para ver si así solucionábamos las cosas pero sin atrevernos Edu y yo a ir solos, obviamente, a lo que de repente Mújica se apuntó, dejándonos a los tres con la boca abierta. Edu e Irene decidieron ponerse juntos en el ping-pong, por lo que mi compañero sería Mújica. No me hacía especial ilusión, pero ni mucho menos me desagradaba tanto la idea cómo lo hubiese hecho al principio de la clase, empezaba a caerme bien el chico. Estuvimos las dos horas de deporte hablando, y nos reímos mucho, y hablamos de todo. Al día siguiente no me senté con él, ni al siguiente, pero las dos horas de deporte eran solo nuestras. El jueves ya sí que nos sentamos juntos, y después de la hora de estudio nos llevaron a un par de grupos a la bolera. Mújica y yo teníamos una pista para nosotros solos, y los demás estaban en la de al lado, aunque realmente eran como una sola pista. Irene empezó a cambiar los nombres de los paneles, poniéndonos nombres graciosos a todos, a lo que Edu, Mújica y yo nos apuntamos. En el bus de vuelta le conté a Mújica lo de Edu, y le confesé que estaba muy asustada porque esa noche había discoteca e iba a ver a amigos míos y de Edu de otros años y que me esperaba una buena charla, y era lo último que quería porque hacía muchísimo que no les veía. Esa noche vi a Xavi, a Diego y a Albert, que estaban cómo siempre, y vi a Mújica dos veces, aunque apenas le hice caso pues estaban mis hermanos ahí, y ellos valen más que cualquier otra cosa. Al día siguiente comenzaron las notitas, cómo niños pequeños, en la hora de estudio. En total, nueve hojas y media, por delante y por detrás. Hojas tamaño folio me refiero. Y en esas notitas hay una raya que hizo Muji que pone ANTES y DESPUÉS, pero eso fue más tarde. El viernes fue normal, y el sábado, después de la excursión Lau y yo nos pasamos todo el rato del centro comercial con Pablo, Kike, Santi y Muji, y a ratos con Antonio y Lloveras. Nos pasamos en el Pennys una hora y media para que Mújica se comprase un jersey a rayas azules y grises que daba la impresión de llevar una camiseta blanca debajo, precioso. Y Lau y yo nos compramos un vestido cada una en TopShop y una sudadera en el Jack and Jones, en verdad fue un gran día. Esa noche, a las doce, me llamó Terrero para decirme que Mújica quería conmigo y que se iba a lanzar el lunes. Al día siguiente, que era domingo, Cris y yo quedamos con Kike y Pablo, que eran vecinos nuestros, y Kike  dejó caer que quería algo, y le avisé de que o se daba prisa o no iba a conseguir nada. En la hora de deportes el lunes, después de una conversación muy cantosa, Mújica me dijo que me quería, y yo le dije que yo a él, también. Le conté lo de Kike y me dijo que ya lo sabía, y habló con él, y a partir de ahí, fue un sueño. Mújica vino hasta a mi casa irlandesa, que estaba en la otra punta del pueblo. Se aprendió mi bus de memoria y cuándo veía que llegaba por las mañanas me esperaba para darme un beso de buenos días y preguntarme que tal me había ido la noche, y si yo quería, se quedaba conmigo hasta empezar las clases. En el cine me comió el cuello de tal manera que Irene decidió apellidarle 'Cullen'. Era mío, todo para mi. Besaba cómo los jodidos ángeles y era perfecto, para mi. Tuve hasta follón con mis amigas porque hacía demasiado caso a Mújica y a ellas poco, pero acabó solucionandose; y Edu... Bueno, Edu es otra historia. Quince días pegada a él, mes y medio 'juntos', seis meses queriéndole a él y sólo a él. Lo dejamos, de la peor manera, por chat. Bueno, me dejó, que conste. Me dijo que seguiríamos siendo amigos, pero me bloqueó. Fui a Segovia a ver a Pablo, a Kike y a otros amigos y dijo que no quería verme, que me odiaba. Pero bueno, supongo que los cuentos de hadas y que los príncipes, si son azules, acaban destiñéndose. Bendito martes doce de Julio del dos mil once que empezamos. Estos amores son los que nunca se olvidan.

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