Fuiste el teatro de un guión sin escribir.

El sol caía sobre sus brazos ya quemados y el Lucky se consumía entre sus labios mientras le esperaba. Su pelo largo y moreno le caía sobre los hombros mientras parecía una cascada que llegaba a la cintura casi, los cascos mal puestos y la cabeza en otra parte. Pensaba en él, bueno, en ellos. En todos los que la querían tener pero no la querían a ella. Ella se deja, pues lo que es el hueco izquierdo ya le anda algo vacío. Empezaba a sentir calor, y eso que ya había pasado situaciones más embarazosas que esa. Cuándo le vibró el móvil se sobresaltó, lo cogió y vio lo que le había llegado 'Llorica'. Sonrío, cómo una tonta enamorada que no sabe ni dónde mira, y al girarse él ya estaba agarrándola entre sus brazos.
-Cuánto tiempo pequeña
-Pues todo el que has tardado... Feo
Sus ojos verdes se clavaron sobre ellos mismos, y él la acarició la cabeza y, cogiéndola de la mano, la arrastró calle abajo para ir a sentarse.
En la terraza del cien montaditos, 100mon para los habituales, se sentaba gente de todo tipo, con diferentes vidas y toda clase de sueños. Ella estaba encendiéndose otro Lucky, ya que estaba sola esperando a que él llegase con el pedido. Cuándo le vio salir triunfante con dos cervezas no le quedó otra que sonreír, 'vaya niño' pensó. Sacudió la cabeza mientras él se sentaba. Se rieron mientras se fumaban la cajetilla de Lucky entera, comían, bebían cerveza y se miraban de una manera que solo ellos entendían. Él pagó la cuenta, a pesar de que ella odia que la paguen la comida pero ese día se deja hacer, él no es cómo los demás. Él la sigue arrastrando por la calle, la empuja y la agarra del brazo para atraerla hacía él. Al parar se sientan al sol, y comienzan ha hablar. Los brazos de él la rodean, y ella... Bueno, ella sólo vuela. Ahora no hay corazones rotos, sino risas por el aire. Él tira de ella y se la lleva un poco más lejos, dónde las hojas de los árboles les deja una sombra perfecta para esconderse. La hace reír, la mira, y deja una frase en el aire. Ella se aturde, y al mirarle fijamente él no se lo piensa dos veces y la besa. La besa cómo ningún chico la había besado. Él no busca nada más que su beso, ´él no busca de ella un fin de semana en la cama los dos juntos sin respirar, no busca quitarle el sujetador y poder fardar, él simplemente la busca a ella. Y la besa. La besa de una manera tan dulce que ella, que nunca se ha sentido realmente querida, no alcanza a comprender. Con una mano en la cintura, completamente quieta pero de una manera muy cómoda él la sujeta, mientras que con la otra mano la acaricia la cabeza, juega con su pelo y la deja sin respiración. Ella comprende el significado de la frase A tres metros sobre el cielo y se deja llevar. Y es ahí, en ese mediodía de un casi verano, cuándo toda esta historia empieza. Es ahí, en unos besos inocentes dónde ella decidió contar su historia. A todo el mundo, escribirla, desde el principio. Bienvenidos a una historia que aún no ha acabado, bienvenidos a mi mundo. Por si alguien aún no lo sabía, me llamo María, y a partir de esta noche os explicaré el porque de las ciento veinticinco entradas. A raíz de hoy os enseñaré mi mundo y la razón por la que un día llamé a alguien 'mi vida' y 'mi amor'.
Enchanté

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