El primer amor siempre será el último que olvides.

Dicen que el primer amor nos marca, nos duele, nos hace tener expectativas de los siguientes. El primer amor es algo único y especial, que recordarás toda tu vida y que es un fuego del que no puedes barrer las cenizas. El primer amor... Pero, ¿Cómo sabes cual es el primer amor? ¿Acaso es el primero que consiga romperte un poquito por dentro, o el que consiga arrancarte el corazón? ¿El primer amor es el que más marca o el que más recuerdas? Lo digo porque yo, sinceramente, no podría determinar cuál fue mi primer amor. Pero sí os puedo contar mi historia.
Primeros amores yo he podido tener dos, aunque parezca que no sé contar. El primero de los dos, por orden cronológico, se llama Carlos. Para poder explicaros su forma de ser podría escribir una decena de libros, como mínimo, pero lo que quiero que se tenga en cuenta durante toda la historia de este 'nosotros' esque le quiero, le quise, y siempre le voy a querer; aunque ya no de esa manera, pero el sentimiento de cariño mío hacía él siempre será enorme.
Me remonto al año dos mil once. Yo estaba en segundo de la ESO, y la verdad, mi experiencia con chicos era poca, porque tuve la absurda opinión hasta entonces de que un beso tenía que ser con alguien especial; principio del cuál me gustaría seguir viviendo. Carlos iba a primero, le saco ocho meses. Nunca había sabido de su existencia, pero yo empecé a 'salir' con el que por aquel entonces era mi mejor amigo; que realmente no me gustaba, pero por no perderle cometí un error y empezamos. Este chico en cuestión era lo más parecido a un hipocondríaco que he conocido en mi vida, y siempre estaba enfermo; pero una de las pocas veces que vino al colegio en ese mes me presentó a Carlos, que en poco tiempo se ganó mi confianza y sobre todo mi cariño. Y día a día, sin darme cuenta, me fui 'enamorando'. Me hice fan de todas sus cosas, me acostumbré a él muy deprisa y a sus ojos azules, a su pelo rubio y, sobre todo, a su manera de ser. Finalmente, me dí cuenta de que no estaba con quién realmente quería, por lo que dejé al que había sido mi mejor amigo, y en menos de una semana, caí en los brazos de Carlos. Eso ya fue un cuatro de Marzo, fecha que espero no olvidar nunca por todo lo que significa. Carlos y yo empezamos, y yo era feliz, totalmente feliz. Recuerdo ese mes cómo si fuera una vida y un segundo a la vez, recuerdo la frase de Vanilla Twilight de Owl City que decía The silence isn't so bad 'till I look at my hands and I feel sad 'cause the spaces between my fingers are right where yours fit perfectly porque fue la frase que más me ha podido hacer sonreír a lo largo de estos dos años y pico. Pero los cuentos de hadas son muy breves, y este acabó a las cuatro semanas. ¿Porqué? Pues al principio no lo entendí, pero los cuernos no son algo que puedas esconder eternamente. La misma tarde que habíamos empezado, Carlos se había liado con otra. Y a raíz de ahí, los tres meses siguientes fueron peor que el mismo infierno. Carlos se ganó el apodo de cabezón, y no por su manera de ser exactamente, sino por una desproporción cabeza-cuerpo que yo no había visto hasta que dejé de verle como la perfección personificada. A cambio, recibí muchos 'gorda' y 'puta' por su parte, y eso, a alguien que ha pasado por la bulimia, no se lo debes decir. Recuerdo acostarme y levantarme llorando, recuerdo evitar dormir para no soñarle, recuerdo tener la sensación de tener un radar, porque sin mirar sabía dónde se encontraba en todo momento. Ahí tuve a un amigo, llamado Alberto, que fue mi escape, ese hombro dónde llorar y esa risa necesaria. Al llegar el verano, en Julio, me fui a Irlanda. Allí conocí a mi segundo primer amor, pero de ese ya hablaré, quedaros con que se llamaba Mújica y fue lo más bonito que pudo pasarme.
Al volver de Irlanda, lo de Mújica aguantó hasta Septiembre. Durante el verano, la noche de mi cumpleaños, recibí una llamada de un oculto, dónde a las doce en punto de la noche me llamó una chica con voz pueblerina diciendo que era una compañía porno. Más adelante entenderéis porqué cuento esto.
Llegó Septiembre. Mi cuento de hadas acabó y volvimos a las clases. Yo ya estaba en tercero de ESO, Carlos en segundo. Nuestros horarios eran notablemente diferentes, por lo que no le tuve que ver mucho; lo cuál facilitó el volver a verle. Estuve seis meses sin probar a nadie desde Mújica, seis meses de los que no me arrepiento. Seis meses en los que Carlos volvió a mi vida, en forma de 'amigo', aunque ya aviso: raramente un ex puede ser amigo. Esa temporada discutimos mucho, pero reímos mucho más. Yo estaba encantada de tenerle de vuelta de aquella extraña manera, y era feliz, lo cuál me había costado. En Febrero empecé con otro chico, su nombre era Edu. Otro error, nunca salgas con nadie a quién no conoces suficiente; y sobre todo, nunca dejes que tu ex y tu novio discutan, porque acabas en el medio para que no se peguen. Carlos me jodió una relación, aunque tampoco tuvo importancia, hasta que pocos meses después me dijo que quería volver a intentarlo. Yo, obviamente, no le creí y me costó, pero me negué. Al empezar el verano yo estaba segura, pues no iba a volver a verle hasta Noviembre, ya que el uno de Septiembre me iba dos meses a Canadá. Le vi una vez en verano, y juro que nunca me pareció tan guapo cómo esos dos minutos de aquella tarde de verano, dónde su piel blanca se había puesto acangrejada, sus ojos más azules que nunca y su pelo tan rubio cómo el sol. Pero me fui a Canadá, sin saber nada de él, solo la felicitación del tuenti por mi cumpleaños. Vivía tranquila en lo referido a él, y me creé una vida paralela a la suya. Aunque eso no duró demasiado.
Volví al colegio en Noviembre, y le vi. Tenía novia desde el uno de Agosto. Le vi, y le vi bien, feliz. Y me alegré por él, ya eramos totalmente ajenos el uno del otro. Pero eso, estando cerca, nos suele durar poco. Me empezó ha hablar por Blackberry Messenger, pero a la cara ni me miraba; y una tarde, fui ha hacer skype con unas amigas mías que sabía que estaban en casa de una y al llamarlas apareció él, de pleno, en la pantalla. Me enfadé, me enfadé tanto porque odio a la gente cobarde, y él lo es muchas veces. Discutimos, y él discutió con su novia, y me tocó a mi arreglarlo, Conseguí que no cortasen, aunque prácticamente lo dejaban todos los días. En navidades pareció que lo habían dejado definitivamente, y él se me declaró. Yo ya no sabía que hacer, estaba completamente aturdida, pero en menos de una semana volvieron y la paz volvió a mi. Al mes lo dejaron, 'definitivamente'. A las pocas semanas me acompañó hasta el portal, y después de tres intentos al cuarto me dejé hacer, y nos liamos. Eso fue día cinco de Febrero, para el día ocho ya estábamos de serio, pero el cuatro nunca dejó de ser nuestro número. Pasamos San Valentín bañados por el sol en el patio de su casa, abrazados, picándonos y quemándonos mutuamente. Pasamos nuestro 'segundo aniversario' juntos, pero a la semana lo dejamos. En esa semana lo dejamos dos veces, una que se arrepintió y otra que no. Volvió  con su anterior novia, y a mi me duró el dolor una semana puesto que ya me lo esperaba de él. A los pocos días ésta chica le dejó, y él se acordó de la que le había querido, valorado y tratado: yo. Se lío con unas pocas, mientras que yo encontré a otro por el que quiero luchar. El uno de Junio me dijo que me echaba de menos, y días después que quería volver. Hablamos en una semana dos veces a la cara, él jurando que me quería y yo jurándole que sabía que me mentía. Me había dado hasta este jueves para pensar mi decisión, pero hace unas horas me ha hablado; me ha preguntado que qué he decidido. Le he dicho que no, aunque en el fondo sé que me duele decírselo. Me ha prometido que me voy a arrepentir, que esta vez si me quería y que ya me daré cuenta. No sé si esto ha acabado, pero mi frase de hace una semana empieza a enclarecerse. Le dije: 'Acéptalo, ya ha acabado. Ahora sí que ha acabado, del todo'. Él lo negó y hoy me ha dicho que no va a estar siempre para mi. Le he recordado que nunca le he pedido que me esperase.
Y he aquí mi primero primer gran amor, el que más daño me ha hecho, el que me hizo madurar de golpe. He aquí la historia de mi cuatro, de mi preciado cuatro que siempre guardará un significado especial para mi. Y he aquí una de las razones de estas ya ciento veintiséis entradas, y esto solo es el principio de todas las historias que me quedan por contar.

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