FUIMOS DOS Y FUIMOS GRANDES

Volé a través de tus líneas, harta de niñatos buscando camas dónde no despertar, que no es lo mismo que alguien quiera dormir contigo que despertarse a tu lado. Busqué en el color de tus ojos, encontrando ese lugar en el que todo sabe a bonito. Quererte sin miedo y abrazarte con fuerza, que llueva lo que quiera, son tus labios los que me mojan. Una calle fría la que bajábamos a por el tabaco, que ricos saben los Malboro cuándo tienes quién te los arranque de la mano. Te encerré en mi cabeza, por apenas unos días, y cuándo quise sacarte ya era tarde. Que quién nunca se haya bañado en el azul de tus ojos no puede saber de mares, que no me hablen de paisajes si no han visto tu cuerpo. Que difícil es soñar lo que ya tuviste, que triste echar de menos lo que nunca estuvo entre tus dedos.
Aún te grito de noche, a veces, hasta susurro como solía hacer en tu oreja; que lo nuestro siempre será eterno. La peor época para enamorarse dice, já, ¿Esque no saben que yo me enamoro de ti cada puta mañana? O almenos lo hacía. Y esque ya no sé ni lo que eres para mi.
Recuerdo las mil cuatrocientas cuarenta y cuatro noches que dormí agarrando tu olor, pegándomelo a la cara. Cuatro meses han pasado, puto número de los huevos, desde aquél mediodía, delante de un portal cualquiera, que me comiste cómo si de tu vida se tratase. Cuatro más uno decidimos llamarlo, y cada ocho está un poco más que menos infectado por ti. Lo siento, jamás debí llamarte amor, ni decirte que te amaba. Jamás debí haberte demostrado que te quería, ni que lo daba todo por ti. Siento si te hice sentir especial, siento si mis palabras calaron hondo y profundo alguna vez. Siento todas las veces que te escribí y te lloré, ni siquiera te merecías eso. Dime ahora, ¿Cómo puedo acabar lo que no sé ni cómo empezó?

Comentarios

Entradas populares