No hay distancia sin destino y aquí estás en mi camino y me estorbas

CU4TRO.
Un número que nunca fue desinfectado, ni desintóxicado. Se quedó dañado, ahí, suspenso en el aire. Teníamos la regla de cuatro, que en realidad era una forma más de menos de acordarme de ti intentando olvidarte. Te juro que lo hice, al menos un tiempo. Pero eres mi boomerang, eres la caja de Malboro escondida en el baño para situaciones de urgencia. Eres el madrugar por un par de besos, la carrera para cinco minutos. Eres mi mala influencia, pero también lo que me hace no hacer todo mal. Poco más de una semana a pasado, pero yo sigo sin creerme nada. Ni que decir tiene todo lo que te he echado de menos, ni falta que hace volver a decir que en fondo te quiero más que nunca, que viene a ser cómo siempre. Tengo miedo, cómo lo tendría cualquiera. Bésame más fuerte, muérdeme hasta hacerme daño, como haces tanto últimamente, porque es un dolor dulce, es un dolor bonito. Ahora me paso las horas muertas abrazada a tu olor contando las horas, los minutos, los segundos que me faltan para volver a verte. Y a veces sobran las palabras y faltan las miradas; quiero que seas mi rayo de sol por la ventana, mi luna llena en París y mi torre eiffel de por la noche. Mi fontana di trevi particular, a la que solo he de pedirle las cosas para que me las dé. Quiéreme cómo se hacía por el noventa y pocos, cuándo no existía algo que no fuese un para siempre. Vuelve a mi puerta, porfavor, ni un día a pasado y ya me parecen sigos. Te quiero. Y te echo de menos. Mucho, ambas cosas.

Comentarios

Entradas populares