Sólo me gusta ser memorándum del corazón.


Que no sé cómo empezar ni como explicártelo, pero es tan fácil de decir que la gente te lo suelta como si fuese un buenos días. En fin, yo lo intento, tú si puedes lo coges, porque yo simplemente pienso dejarlo caer, como quien no quiere la cosa, como esas veces que se te resbala algo entre las manos, como aquel día que descubrí que el tiempo se nos escapa como la arena se desliza entre los huecos de nuestros dedos.
Bueno, todo empezó aquel día que te vi sonreír, o puede que fuese el primer día que oí tu risa. Ya no estoy tan segura, pero recuerdo que tenía apuntada cada palabra que me decías. Apuntaba cada fecha mejor que guardaba las pulseras de oro. El primer día que me miraste a los ojos… Pues bueno, nunca imaginé que acabaría así. Tampoco pensé en el camino que íbamos a recorrer, y mucho menos se me pasó por la cabeza que terminaría escribiéndote esto a ti. Jamás se me ocurrió pensar que me podría embobar tanto recordándote. No esperaba arrepentirme de nada, aunque puede que en eso acertase.
A ver, tampoco me paré a pensarlo. Fue algo que fue demasiado deprisa, tal vez mucho más que demasiado. Me sentía una liebre a tu lado de todo lo que corríamos, de lo deprisa que andaba todo, y como una máquina de reloj que tiene los engranajes mal colocados, nos rompimos en mil pedacitos, dejando huecos y escombros por todos lados, como una explosión del Big Ben en Londres. Estuve esperándote, a que llamases o algo. Tal vez un sms diciendo que podríamos intentarlo de nuevo, y yo intentaba reunir fuerzas, o para negártelo o para sobrevivir un día más, aún no está claro. Como en una carrera llegué a la meta final empezando desde el principio. Me dolió… Pff, ni te haces una idea. Ni una herida que no para de sangrar puede hacer el efecto que me hiciste tú a mí. Y yo esperando a que me cantases el adiós adiós adiós adiós, y tú, sin cantarlo.
Pasaron días y meses, y tú intentaste volver, pero yo ya había repartido mi corazón en cachitos para que no pudieses reconstruirlo. Al final, no ganaste tú, porque si eso de quién ríe el último ríe mejor puede ser cierto, no sé. Yo esque no me reí en mucho tiempo, no le pillaba la gracia al asunto. Pero bueno, sigo pensando que algún día me reiré.
Lo que quiero decir esque tú y yo, yo y tú, hemos sido nuestra historia, pero lo somos de más gente, y ninguno sabe qué hacer, seguramente porque necesitan saber que no es la persona adecuada o el momento es el equivocado. Simplemente, somos una historia, seguramente de genios, porque somos unos incomprendidos, pero aún así una bonita historia. Y a veces, las cosas, deberían quedarse en eso. En una bonita historia.
Lo único que te quería decir, que cuesta tanto que salga de mi boca hacia ti como hacía de antaño, es eso. Que te quiero. Si, es verdad, podemos llamarlo penoso.
Pero tampoco lo olvides, te odio tanto como te quiero, te mataría por tantas veces que te follaría, te odio cómo tantos besos te daría.
Y no, no es para volver, es por retroceder. Porque hoy he tirado mi orgullo y mis ganas, pero supongo que mañana volverán todas, porque al tirar los dados estuve en oca y oca y tiro porque me toca.
Y hoy, siento decirte, que abandono, pero cómo una Mafias lo sabe, volveré, aunque sólo sea por orden de Alcaponne.


Comentarios

Entradas populares