I'VE BEEN HERE BEFORE A FEW TIMES; AND YOUR HANDS, THEY SHAKE A GOODBYE.

Hace poco que empezaron mis cuarenta y ocho horas de terror. Lo digo así porque aunque suene estupendo, tengo miedo. Trescientos sesenta y cinco días después y todo es tan jodidamente diferente.  Nunca había pensado que el miedo era algo tan fácil cómo decir que tienes ganas de correr, de ser cobarde, de salir huyendo. Tengo miedo; miedo de lo que pase a partir de entonces, miedo de estar en ese punto que parecía tan lejano, miedo de tener las cosas de tan cerca, de jugar tanto con fuego porque ¡ Joder! Voy a terminar quemándome. Me estoy acostumbrando a demasiadas cosas, cuándo mis noches de insomnio supuestamente deberían estar acabas; y aquí estoy, tragando techo cómo tantas otras noches, pero con mi nueva 'dipirona' que han terminado siendo los lacasitos. Y tal vez esta noche llore, es muy probable, por no saber corresponder los suficientes te quiero, por fardar de no ser rencorosa pero ser incapaz de perdonar a ciertas personas; que si, que tal vez estar mal no merezca la pena pero esque estar bien tampoco y no sé,  tengo la sensación de seguir cayendo, cómo cada noche de aquella temporada, dónde necesitaba dormir poco para evitar la posibilidad de soñarte y acabar asfixiada en lágrimas y envuelta en sudor, como cada puta noche. Ni tampoco puedo perdonar la falta de confianza la confianza es un espejo, si lo rompes por mucho que lo pegues siempre se verán las grietas ni la falta de tacto. Estoy harta de tanto falso suelto, de tanto gilipollas que dice te quiero hasta a las jodidas piedras, cansada de movidas y ralladas; y no puedo más, lo juro. Porque está claro que siempre querrás a otros, pero esa persona siempre estará en tu mente; la cosa es no estar dando por culo hasta que te la saques de la cabeza porque, hola, sorpresa, nunca se irá.

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